Por un futuro laboral mejor

Cuando llegar al título universitario no lo es todo. Reflexiones sobre un mercado laboral difícil y de no tirar la toalla. 


Opinión

Por Juan Manuel Robledo

Hay un problema al cual nos enfrentamos los jóvenes profesionales de mi generación (los nacidos en la década del 90) que nos genera una preocupación constante: el contar con nuestro título universitario ya no nos asegura un futuro. Y aunque suene triste, no nos asegura siquiera tener un empleo digno, ni mucho menos que nos traten bien en nuestro trabajo. “Te tenés que hacer de abajo” “Ahora lo importante es que aprendas” “Trabajando acá vas a ver que te va a abrir las puertas para mejores trabajos” son algunas de las frases que escuché en mis jóvenes años 20, que no hacían otra cosa que venir a reemplazar al conocido “pagar derecho de piso”, maquillando como un filtro de Instagram a la explotación laboral y el abuso de la necesidad de los jóvenes trabajadores.

 

Vivimos en una época que exige resultados rápidos, a lo que se suma la especialización cada vez mayor del mercado laboral profesional, se trate de la actividad que se trate. En mi rubro, la abogacía, ya no alcanza solamente con tener un título de abogado para ser contratado por una buena firma legal o por el sector de legales de una empresa atractiva. La especialización se volvió la regla para todo. Por eso, el abogado moderno ya no se dedica a hacer “un poco de todo” como hacían los viejos abogados generalistas de otras épocas, sino que nace la necesidad de tener que especializarse en un tema en concreto: derecho de daños, derecho corporativo, derecho de la salud, y así con infinidad de ejemplos.

 

En esta nota del diario Infobae del año 2019, se nos clasifica a la gente de mi generación como solitarios, agotados y deprimidos, señalando a las dificultades generadas por el trabajo como una de las causas principales. No es para menos, y lo sé por experiencia propia. Una vez cumplido el objetivo de poder irnos de la casa de nuestros padres, para aquellos afortunados que podemos hacerlo, vemos que las perspectivas de mejorar en el ámbito profesional son cada vez más complejas y nos demandan una preparación cada vez mayor.

 

El contexto socioeconómico del país definitivamente no ayuda. Mientras escribo estas líneas, el gobierno aprobó un nuevo préstamo con el Fondo Monetario Internacional, tomando deuda nuevamente. De esta manera, para quienes estamos ahora en los 30, solo podemos esperar un nuevo comienzo (si es que podemos considerar que se empieza uno nuevo, en vez de continuar el mismo ciclo interminable) de ajuste sobre la clase trabajadora, recesión, inflación, fuga de dólares al exterior y de ver como cada vez hay menos plata en nuestros bolsillos para pagar el alquiler, la expensas, los servicios, la comida para llegar a fin de mes y, si la culpa de hacerlo no nos termina matando, darnos algún gusto para sentir que no solamente subsistimos, y sentir en cambio que vivimos.

 

No pretendo plantear un panorama totalmente desolador para la gente de mi generación. Sin lugar a duda contamos con mejores herramientas que en épocas pasadas. El acceso a la formación académica, las herramientas tecnológicas y la conectividad con la que contamos, usadas de la forma adecuada, pueden hacer maravillas para los resultados que uno busca lograr. El acceso a la información que poseemos con un simple toque de la pantalla de nuestros teléfonos, de forma bien usada, puede allanarnos una buena parte del camino. No dudo sin embargo que más de uno se podrá sentir identificado con este panorama gris que describo.

 

Hoy en día muchos nos sentimos reflejados cuando se habla de un estancamiento. Sentimos que aunque hayamos logrados insertarnos en el mundo laboral de lo que hemos estudiado en la universidad, eso no cumple nuestras plenas expectativas. La mayoría de las veces se debe a un salario que no cumple con aquello que esperamos, otras veces incluso con un salario que no llega a cumplir las necesidades del mes. Otras, esto ya en menor medida, se debe a que no contamos con posibilidades de crecimiento laboral en nuestros puestos de trabajo.

 

No nos damos por vencidos tan fácilmente tampoco, sino que siempre buscamos en nuestro gen argentino de salir a pelearla y nos planteamos que podemos hacer para tener un presente laboral y económico mejor. Emprendemos así el camino de seguir formándonos para poder tener mejores opciones laborales, un salario que cumpla mejor nuestras expectativas de vida y que alivie la carga emocional y mental que llevamos encima.

 

Si hablamos de cargas mentales, no puedo dejar de hablar de la que seguramente surge con bastante frecuencia en varios de nosotros: la comparación con nuestros conocidos, a quienes según nuestro criterio les va mejor. Soy el primero en admitir que me he comparado varias veces con mis amigos. Me he cuestionado mil veces las decisiones que he tomado en la vida y me he preguntado igual cantidad de veces como es que partiendo del mismo punto, hubo quienes tuvieron mejores resultados. Pero sé que es un error, que cada uno de nosotros tuvo diferentes circunstancia que hemos atravesado y las elecciones que tomamos en cada momento de nuestra vida pudieron estar condicionadas por miles de factores personales. Otras veces entra en juego también el dicho de “lo que toca toca, la suerte es loca” pero permítanme dudar que siempre sea la regla.

 

Nos encontramos a veces con otro problema, cuando vemos que el mercado laboral nos exige contar con habilidades y experiencia en cargos de los que no hemos escuchado jamás en nuestra vida y sobre las cuales nuestros padres jamás nos han advertido ¿Alguien entró recientemente a LinkedIn? Entrar a esta red social de trabajo nos lleva a ver como cosas simples como nombres de puestos de trabajo se han transformado en palabras que se asemejan a títulos nobiliarios. Ya no se habla de gerentes, sino de project managers, no se habla de recursos humanos, sino de talent acquisition o de human resources business partners, no se habla de vendedores sino de sales collaborators.

 

Pareciera así que la meta de llegada siempre se aleja un poco más, siempre nos falta una diplomatura por hacer, una especialización por realizar, un programa informático por aprender (¿quién diría que uno se encontraría con puestos de trabajo para abogados donde se le pediría que sepa manejar gestores de bases de datos como SQL o Power BI?). La vida sin contactos que nos hagan gancho con ese puesto de trabajo deseado suele tener más escalones que para los “hijos de” y los “sobrinos de”, así que nos hemos vuelto especialistas en rebuscárnosla por nuestra propia cuenta.

 

Así y todo, acá estamos, de pie todavía, dándole pelea todos los días a un mercado laboral implacable y que no conoce de piedad, mientras miramos de reojo cuanto queda en nuestro homebaking para el resto del mes, pero también hacía adelante con la vista puesta en un mejor futuro laboral para nosotros. 


JMR

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