Cuando llegar al título universitario no lo es todo. Reflexiones sobre un mercado laboral difícil y de no tirar la toalla.
Opinión

Hay un problema al cual nos enfrentamos los jóvenes
profesionales de mi generación (los nacidos en la década del 90) que nos genera
una preocupación constante: el contar con nuestro título universitario ya no
nos asegura un futuro. Y aunque suene triste, no nos asegura siquiera tener un
empleo digno, ni mucho menos que nos traten bien en nuestro trabajo. “Te
tenés que hacer de abajo” “Ahora lo importante es que aprendas” “Trabajando acá
vas a ver que te va a abrir las puertas para mejores trabajos” son algunas
de las frases que escuché en mis jóvenes años 20, que no hacían otra cosa que
venir a reemplazar al conocido “pagar derecho de piso”, maquillando como
un filtro de Instagram a la explotación laboral y el abuso de la necesidad de los
jóvenes trabajadores.
Vivimos en una época que exige resultados rápidos, a lo que
se suma la especialización cada vez mayor del mercado laboral profesional, se
trate de la actividad que se trate. En mi rubro, la abogacía, ya no alcanza
solamente con tener un título de abogado para ser contratado por una buena
firma legal o por el sector de legales de una empresa atractiva. La
especialización se volvió la regla para todo. Por eso, el abogado moderno ya no
se dedica a hacer “un poco de todo” como hacían los viejos abogados
generalistas de otras épocas, sino que nace la necesidad de tener que
especializarse en un tema en concreto: derecho de daños, derecho corporativo,
derecho de la salud, y así con infinidad de ejemplos.
En esta nota del diario Infobae del año 2019, se nos clasifica a la gente de
mi generación como solitarios, agotados y deprimidos, señalando a las
dificultades generadas por el trabajo como una de las causas principales. No es
para menos, y lo sé por experiencia propia. Una vez cumplido el objetivo de
poder irnos de la casa de nuestros padres, para aquellos afortunados que
podemos hacerlo, vemos que las perspectivas de mejorar en el ámbito profesional
son cada vez más complejas y nos demandan una preparación cada vez mayor.
El contexto socioeconómico del país definitivamente no
ayuda. Mientras escribo estas líneas, el gobierno aprobó un nuevo préstamo con
el Fondo Monetario Internacional, tomando deuda nuevamente. De esta manera,
para quienes estamos ahora en los 30, solo podemos esperar un nuevo comienzo (si
es que podemos considerar que se empieza uno nuevo, en vez de continuar el
mismo ciclo interminable) de ajuste sobre la clase trabajadora, recesión,
inflación, fuga de dólares al exterior y de ver como cada vez hay menos plata
en nuestros bolsillos para pagar el alquiler, la expensas, los servicios, la
comida para llegar a fin de mes y, si la culpa de hacerlo no nos termina
matando, darnos algún gusto para sentir que no solamente subsistimos, y sentir
en cambio que vivimos.
No pretendo plantear un panorama totalmente desolador para
la gente de mi generación. Sin lugar a duda contamos con mejores herramientas
que en épocas pasadas. El acceso a la formación académica, las herramientas
tecnológicas y la conectividad con la que contamos, usadas de la forma
adecuada, pueden hacer maravillas para los resultados que uno busca lograr. El
acceso a la información que poseemos con un simple toque de la pantalla de
nuestros teléfonos, de forma bien usada, puede allanarnos una buena parte del
camino. No dudo sin embargo que más de uno se podrá sentir identificado con
este panorama gris que describo.
Hoy en día muchos nos sentimos reflejados cuando se habla de
un estancamiento. Sentimos que aunque hayamos logrados insertarnos en el mundo
laboral de lo que hemos estudiado en la universidad, eso no cumple nuestras
plenas expectativas. La mayoría de las veces se debe a un salario que no cumple
con aquello que esperamos, otras veces incluso con un salario que no llega a
cumplir las necesidades del mes. Otras, esto ya en menor medida, se debe a que
no contamos con posibilidades de crecimiento laboral en nuestros puestos de
trabajo.
No nos damos por vencidos tan fácilmente tampoco, sino que
siempre buscamos en nuestro gen argentino de salir a pelearla y nos planteamos
que podemos hacer para tener un presente laboral y económico mejor. Emprendemos
así el camino de seguir formándonos para poder tener mejores opciones
laborales, un salario que cumpla mejor nuestras expectativas de vida y que
alivie la carga emocional y mental que llevamos encima.
Si hablamos de cargas mentales, no puedo dejar de hablar de
la que seguramente surge con bastante frecuencia en varios de nosotros: la
comparación con nuestros conocidos, a quienes según nuestro criterio les va
mejor. Soy el primero en admitir que me he comparado varias veces con mis
amigos. Me he cuestionado mil veces las decisiones que he tomado en la vida y
me he preguntado igual cantidad de veces como es que partiendo del mismo punto,
hubo quienes tuvieron mejores resultados. Pero sé que es un error, que cada uno
de nosotros tuvo diferentes circunstancia que hemos atravesado y las elecciones
que tomamos en cada momento de nuestra vida pudieron estar condicionadas por miles
de factores personales. Otras veces entra en juego también el dicho de “lo que toca
toca, la suerte es loca” pero permítanme dudar que siempre sea la regla.
Nos encontramos a veces con otro problema, cuando vemos que
el mercado laboral nos exige contar con habilidades y experiencia en cargos de
los que no hemos escuchado jamás en nuestra vida y sobre las cuales nuestros
padres jamás nos han advertido ¿Alguien entró recientemente a LinkedIn? Entrar
a esta red social de trabajo nos lleva a ver como cosas simples como nombres de
puestos de trabajo se han transformado en palabras que se asemejan a títulos
nobiliarios. Ya no se habla de gerentes, sino de project managers, no se
habla de recursos humanos, sino de talent acquisition o de human
resources business partners, no se habla de vendedores sino de sales
collaborators.
Pareciera así que la meta de llegada siempre se aleja un
poco más, siempre nos falta una diplomatura por hacer, una especialización por
realizar, un programa informático por aprender (¿quién diría que uno se
encontraría con puestos de trabajo para abogados donde se le pediría que sepa
manejar gestores de bases de datos como SQL o Power BI?). La vida sin
contactos que nos hagan gancho con ese puesto de trabajo deseado suele tener
más escalones que para los “hijos de” y los “sobrinos de”, así que nos hemos
vuelto especialistas en rebuscárnosla por nuestra propia cuenta.
JMR
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