Cuando los dioses del grunge mandan, las aguas se detienen. La banda de California se presentó en el Estadio Obras Sanitarias en una noche cargada de emoción, nostalgia y mucha pero mucha lluvia.
Música
Casi como si se tratara de un milagro manifestándose después
del diluvio universal, existió un momento cuando la lluvia que llevaba casi 48
horas ininterrumpidas cayendo sobre la Ciudad de Buenos Aires decidió darme un
respiro.
Aun siendo ateo con convicción, debo reconocer que anoche
tuve la enorme fortuna de ser bendecido por los dioses del grunge. El milagro no
fue menor: estamos hablando de una lluvia que estaba empezando a inundar buena
parte de la ciudad de Wilde, en el partido de Avellaneda. En el medio del cataclismo,
en mis manos estaba la entrada que había sacado hacía 5 meses para el recital de
Stone Temple Pilots.
Por mi cabeza desfilaban los peores escenarios: tener que atravesar
los 28 kilómetros entre mi domicilio y el Estadio Obras Sanitarias en medio de
una tormenta y la alerta naranja emitida por el Servicio Meteorológico Nacional, o
incluso llegar a perderme el recital de una de las bandas que más tenía ganas
de ver y que nunca había visto en mi vida.
De golpe llegó el milagro y exactamente a las 19.00 la
lluvia dijo basta. Fue entonces cuando aproveché mi oportunidad y salí directo para
tomar un tren, dos subtes y luego caminar más de 15 cuadras desde el final de
la línea D hasta el lugar del recital. Casi como si el mismísimo Scott Weiland
me dijera desde el Valhalla del Rock and Roll “nene hoy no te lo podés
perder”.
Después de la travesía y solo 10 minutos antes de la hora
marcada para el comienzo del show, llegué al Estadio de Obras. Una vez adentro,
el reloj del estadio marcó las 21.28 cuando Jeff Gutt, los hermanos DeLeo y
Eric Kretz salieron al escenario para comenzar lo que fue 1 hora y 20
minutos de puro grunge y rock, y el comienzo de la gira sudamericana de la
banda.
La noche comenzó fuerte de entrada, con el riff agresivo de Unglued
y un Jeff Gutt totalmente sacado arriba del escenario, fiel al estilo de
los Pilots y de quien precedió al actual vocalista, el legendario Scott
Weiland. En una noche marcada por los primeros 2 discos de la banda de
California – el setlist total fue de 16 canciones, siendo 7 del disco Purple
y 6 de Core – el primer grito de exaltación del publico llegó al
segundo tema, con los primeros acordes de Wicked Garden del disco debut
de la banda. Como era de esperarse, los Pilots mantuvieron el ritmo y la
ferocidad a lo largo de toda la noche. Siguieron en el setlist grandes temas
como Vasoline, Big Bang Baby, Down, Silvergun Superman, Still Remains y Big
Empty. El siguiente momento fuerte fue cuando empezó a sonar Plush –
el clásico del disco debut Core – uno de sus temas más conocidos. Le
siguió una de mis favoritas personales: Interstate Love Song, una balada
rockera que llenó el aire del Estadio Obras de pura nostalgia y una emotividad sentimental
que a más de uno podría haber llevado a las lágrimas.
Como si Gutt y compañía quisieran recordarnos que estábamos en
un recital de grunge, el mood de Interstate Love Song no duró demasiado,
ya que a continuación el estadio se puso a saltar con otro de los grandes hits
de la banda: Crackerman, un tema salido directo de la furia pura del
rock n roll que hacen nacer inmediatamente las ganas de meterse en medio del
pogo, mientras uno ve a Dean DeLeo tocar uno de los solos más violentos
de la discografía de la banda. A esta adrenalina le siguió otro grito de
guerra, con la cara de Gutt cuasi poseída por un demonio, mientras gritaba
arriba del escenario “huelo como una rosa que alguien me regaló en el
aniversario de mi muerte” la primera línea de Dead & Bloted.
Ya con la noche llegando a su fin, los californianos le regalaron
al público argentino las interpretaciones de Trippin' on a Hole in a Paper
Heart, Kitchenware & Candybars y Piece of Pie.
El gran final de la noche, con un Gutt llevando puesta la
camiseta 10 de la Selección Argentina, llegó con otro himno de la banda que no
podía faltar: Sex Type Thing le dio el cierre a una noche donde el grunge
volvió a rugir fuerte en nuestro país y el pie al vocalista para tirarse desde
el escenario para que lo atajara el público argento.
Así, los Pilots se despidieron de Argentina para seguir
adelante con la gira sudamericana, pero habiendo dándolo todo en el escenario
para dejarnos con esas ganas fuertes de extrañarlos hasta su regreso a nuestro
país.
Pasada ya la adrenalina del show, tocaba volver a la
realidad y enfrentar el pronóstico de tormenta que estaba anunciado para el
horario del regreso a casa. Para mi sorpresa, me encontré con un cielo
sin lluvia a la salida del estadio. Un guiño más de parte de los santos del
grunge, que dejaron a este peregrino recorrer más de 28 kilómetros de regreso a
casa, en recompensa a no haber dudado de la fe por el Rock and Roll.
Hoy me toca prenderle una vela en agradecimiento a Weiland, Cornell y Staley.
JMR
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