Del algoritmo al lienzo: el avance de la IA sobre el arte.

Cada vez son más los ámbitos de la vida en los que las inteligencias artificiales generativas están ganando terreno. Pero ¿qué sucede cuando cedemos aquellos espacios íntimamente ligados a lo humano, como lo es el arte?

Opinión

Por Juan Manuel Robledo

Obra de arte creada con IA

A principios de este 2025 fui de visita al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en el barrio de San Telmo. Después de recorrer casi una hora en el museo, no había encontrado muchas obras que me llamaran la atención, pero ya sobre el final de mi recorrido me crucé con una obra que a primera impresión me había gustado mucho. De lo que puedo describir del cuadro es que se trataba de una obra con un fondo mayormente en verde, con figuras con forma humana en negro que parecían vestir de forma extravagante. Me gustaba mucho el contraste y la intensidad de colores (a pesar de mis limitados conocimientos de arte. No me pidan que describa mucho más de este cuadro que no fui capaz de encontrar online). Fue entonces que quise saber quién era el artista que había hecho esta obra. Al fijarme en el recuadro donde estaba la información de esta, el cuadro decía “obra realizada con inteligencia artificial”.


Que estamos viviendo una verdadera revolución tecnológica no hay duda. La inteligencia artificial está entrando de lleno en muchos aspectos de la vida diaria: desde su uso en muchos ámbitos profesionales (esta semana vi que el Colegio Público de Abogados de Capital Federal redactó un modelo de consentimiento informado para que los clientes nos den el “OK” a los abogados para poder utilizar herramientas de inteligencia artificial en su defensa), hasta su uso en el ámbito académico para facilitar muchos aspectos de la preparación de una asignatura, tanto en el ámbito universitario como en otros niveles educativos (si los de mi generación hacíamos uso del Rincón del Vago y ElAltillo.com, no podemos culpar a las nuevas generaciones de hacer uso de este tipo de tecnología). Incluso en el último episodio del podcast Algo Prestado, uno de mis podcasts favoritos, han hablado esta semana de cómo las personas están utilizando la inteligencia artificial para reemplazar la atención profesional psicológica a través de la interacción con la IA.


Hay que remarcar algo: utilizada de una forma controlada y responsable, la inteligencia artificial es una herramienta demasiado poderosa que puede facilitarnos la vida y no debería haber motivo alguno para que no la utilicemos. De hecho, si hay algo que nos ha enseñado la experiencia del mundo es que, cuando una revolución tecnológica viene a cambiar las reglas del juego, quien no se adapte a la misma sencillamente perderá frente a los demás competidores. Ha pasado en ámbitos tan conservadores como la abogacía, cuando en 2015 se inició la transición a los expedientes digitales, la cual se terminó de completar con la pandemia del año 2020, donde se terminó de establecer las presentaciones digitales como las únicas válidas para intervenir en un juicio. Si un abogado para esta altura no sabía cómo manejar el sistema electrónico, pasaría a ser exclusivamente su problema (aunque el sistema digital tampoco es demasiado difícil de usar, siendo honestos). El mundo no tiene por qué quedarse estancado únicamente por aquellos que no quieren adaptarse al cambio.


El cambio de paradigma está siendo tan rotundo que está cambiando hasta la forma de buscar información online. Cuando yo era chico (que igual no fue hace mucho tiempo, gente, ¿o no?) e internet empezó a estar al alcance de la mayoría de las personas, lo más común era “googlear” lo que necesitáramos encontrar: desde un resumen para una materia del colegio, dónde encontrar determinado producto que había que ir a comprar o lo que fuera que necesitáramos. La respuesta siempre la buscábamos en Google. Pero ahora resulta mucho más fácil preguntarle a ChatGPT, Grok o a cualquiera de las IA de nuestro agrado lo que necesitamos averiguar. De esta forma, el asistente virtual que usemos lo que hará es investigar todo lo que encuentre en internet al respecto y nos dará un resumen con la respuesta completa a lo que necesitamos, todo en segundos. Es como si fuéramos capaces de leer todos los resultados de Google al mismo tiempo y de filtrar toda esa información para obtener un resumen detallado y personalizado.


Pero llegados a este punto me quiero preguntar ¿Hasta qué punto vamos a reemplazar todo con inteligencia artificial? Y no me refiero a aquellas tareas rutinarias que pueden delegarse sin problema alguno a este tipo de herramientas, sino a aquellas actividades creativas que están íntimamente conectadas con la esencia de lo humano: el arte, la escritura, la música… ¿Cuánta de aquella esencia perdemos cuando dejamos que una máquina se apropie de estas experiencias? Bien lo refleja la frase dicha por Joanna Maciejewska: “Quiero que la IA lave mi ropa y mis platos para que yo pueda hacer arte y escribir, no que la IA haga mi arte y escriba por mí mientras yo lavo la ropa y los platos”.


Ejemplos como el de la pintura creada por IA que mencioné al principio sobran: canciones creadas totalmente por un asistente virtual (circula por internet una versión de lo que hubiese sido un nuevo disco de Oasis hecho de esta forma), ilustraciones que están reemplazando los servicios de los diseñadores gráficos; museos donde se exhiben grandes cantidades de obras hechas por estas inteligencias. Pero si hablamos de la obra hecha por una inteligencia artificial que ha tenido mayor impacto este año, tengo que mencionar el libro titulado “Hipnocracia”, que fue atribuido al supuesto autor oriental Jianwei Xun. Este libro es un ensayo que trata sobre cómo las élites políticas distorsionan nuestra percepción de la realidad a través de la ingeniería construida en medios digitales, con una sobresaturación de información, lo que hace que sea muy difícil distinguir si un hecho es real o no. Este ensayo causó tanto interés entre fines del 2024 y principios del 2025 que fue citado y debatido en ámbitos académicos. Finalmente, se terminó descubriendo que el supuesto autor Jianwei Xun no existe, sino que el libro atribuido a esta persona fue creado por inteligencia artificial con las indicaciones de Andrea Colamedici, un profesor universitario italiano.


Dudo realmente que lleguemos a un futuro ¿distópico? en el cual los artistas sean reemplazados por inteligencia artificial generativa en su totalidad. El ser humano desde tiempos inmemoriales ha hecho uso del arte para expresar su visión del mundo, sus sentimientos y anhelos, sus miedos y preocupaciones, sus dudas y sus certezas. Sin embargo, no está de más preguntarnos cuánta esencia del arte se pierde cuando delegamos a chatbots la tarea creativa a partir de meras instrucciones, para que nos devuelva el resultado del análisis frío de nuestras palabras, plasmado en una obra que responde a ceros y unos. Podremos entretenernos un buen rato con nuestros autorretratos al estilo del Estudio Ghibli, pero seguirán siendo obras como La noche estrellada las que sigan conmoviéndonos en lo más profundo de nuestra humanidad.


JMR

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